viernes, 11 de noviembre de 2011

Gorrillas

Si usted aparcaba alguna vez en la estación de autobuses de Pontevedra, en la plaza de Barcelos o en la explanada entre el río y el pabellón municipal, se imaginaba que lo más inteligente era darle unos céntimos al gorrilla de turno. Se lo imaginaba porque tampoco quería salir de dudas. Tenía miedo de que ponerle un candado al monedero le supusiese un problema mayor: un rayazo, un pinchazo o un mal trago. Ahora ya no se lo tiene que imaginar porque alguien lo ha confirmado. Un conductor que iba a buscar a su niña del colegio ha acabado en Montecelo con una ceja rota por enfrentarse con un gorrilla. Las autoridades dicen que no se puede hacer nada contra ellos porque no piden: solo ayudan a aparcar y luego agradecen una moneda. A mí me recuerdan a los mafiosos que te recomiendan pagar para recibir protección. Lo que no dicen es que de quien hay que protegerse es precisamente de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario