sábado, 27 de septiembre de 2014

Aeropuerto

Han pasado siete años desde que Luisa Pérez publicó en este periódico un reportaje delicioso al que he vuelto como se vuelve a los clásicos: a disfrutar. Se titulaba ‘El trivial de la ciudad absurda’ y constituía un recorrido por las incongruencias de Pontevedra, por una serie de objetos imposibles que adornaban el paisaje urbano sin que supiéramos muy bien qué hacer con ellos. 
El reportaje estaba ilustrado con siete fotografías de siete estampas concretas. Más de un lustro después les puedo jurar que todo sigue igual porque lo he comprobado en primera persona, en una especie de ruta del despropósito que a poco que se promocione acaba incluida en el Metrominuto. Veamos si no. Tenemos las escaleras mecánicas de la estación de autobuses, un clásico, atrapadas en el tiempo a lo Bill Murray, aunque quizás, en el fondo, solo sean un adorno decorativo de estilo barroco al que le estamos pidiendo un imposible, que funcionen; (...)
 

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